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Blog de los hermanos costaleros de la Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Stmo. Cristo de la Expiración, María Stma. de las Siete Palabras y San Juan Evangelista, de Jaén

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martes, 26 de febrero de 2013

Siete Lirios al Stmo. Cristo de la Expiración (VII)

24 febrero 2013 
por Luesco

En las cofradías junto a los elementos religiosos existen, un mundo de lo que pudiéramos decir o llamar “afición cofradiera”. “Afición cofradiera” que significa que, estima del arte sentido de la procesión, sensibilidad por la luz y el color, gusto artístico por el exorno de los pasos, por la forma de colocar la candelería y las flores, por los bordados y la orfebrería, por la estética procesional. Esa afición cofradiera transmitidas de padres a hijos, de generación en generación elaborado y depurado a lo largo de los siglos, es así algo noble y bueno, y es lo que ha hecho posible la realidad actual, que hoy contemplamos. Muchas veces, a los verdaderos capillitas, hemos oído decir: ya no cabe más. Esas obras, producto de la ilusión, del esfuerzo, del trabajo continúo y sacrificado a lo largo de los años constituyen un precioso legado e implica, para las juntas de gobiernos actuales, una gran responsabilidad. Se impone en primer lugar, la tarea de conservar el inmenso tesoro artístico que poseemos... Tenemos que procurar, que mediante las oportunas y adecuadas restauraciones sigan subsistiendo los palios, los mantos y los bordados, tesoro que debemos conservarlo, y no podemos y debemos que se pierdan... 
¿Y no es menos cierto, que el Cristo de la Expiración que al salir por la puerta ojival de la plaza, clava su mirada en el cielo de la plaza de San Bartolomé, al tiempo que se le escapa la vista, pronunciando las definitivas palabras redentoras? : Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc, 23,). Es la última palabra de su vida. Tu fidelidad y compromiso le ha llevado hasta la última consecuencia, la muerte. Tú, Señor de la Expiración lo dijiste: Nadie ama más, que aquel que da la vida por los amigos. Cuando cierre los ojos el Cristo de la Expiración y doble la cabeza, un soldado le partirá el corazón de un lanzazo y por los labios de esa herida saldrán, las últimas gotas de sangre que le quedaban dentro, para acabar de darlo todo, sin reserva de nada. Y vas a cumplirlo muriendo en la cruz.

lunes, 25 de febrero de 2013

Siete Lirios al Stmo. Cristo de la Expiración (VI)

23 febrero 2013
por Luesco

El Calvario es el primer templo de la cristiandad, desplaza el concepto de templo del Antiguo Testamento. En ese primer templo, norma y modelo de todos los demás, estaba María al pie de la cruz, por eso, el cofrade proclama su devoción y su amor a la Madre Dolorosa en sus distintas advocaciones. El Concilio Vaticano II en su constitución “Numen Regium” dice: “No sin designios divinos, la Virgen se mantuvo de pie en el Calvario”. Es interesante destacar ese detalle de que María estaba de pie. Por eso las Dolorosas de nuestras cofradías no son unas vírgenes de rodillas o desmalladas, sino que permanecen erguidas, que están de pie. Las cofradías no solo las veneran como Madre Dolorosa, sino, además, como Reina del Dolor. ¡Qué dolor lleva la Virgen de las Angustias con su hijo muerto en su regazo! María también es Reina en la Cruz, Reina en su dolor, por eso nuestras Dolorosas son Reinas del Dolor. Esa genial devoción que es el paso palio. “Bajo palio va esa Perla, va esa Reina entre varales de plata”. El paso de palio no es más que una interpretación, el simbolismo, aquí en la tierra, de lo que debe ser el trono de la Virgen en el cielo. Pero no solo el palio, sino también la corona de la Reina del Dolor. No se concibe una Dolorosa sin corona. De ahí el amor, la entrega de los cofrades por la corona de sus Dolores. 
Igual que en la trágica expresión del Cristo de la Buena Muerte se advierte más que se oye al mirarlo, Consummatum est. “Todo se ha consumado”, ( Juan, 19, 30). Efectivamente, eres un moribundo, Cristo, cumplió hasta el final. Hasta la última exigencia. La vida de Cristo se fue reduciendo, minuto a minuto, para conseguir cumplir, palabra a palabra, lo anunciado, y al ir a morir rinde cuentas de su misión cumplida. ¡Esa fue su vida! Todo se ha cumplido.

viernes, 22 de febrero de 2013

Siete Lirios al Cristo de la Expiración (V)

22 febrero 2013
por Luesco

Cristo sigue padeciendo cuando nuestros hermanos, también en nosotros mismos, nos alejamos de él. Es la pasión nuestra de cada día, del trabajo monótono, el cumplimiento de los deberes profesionales, de nuestras obligaciones familiares, de nuestro deber profesional, de nuestra enfermedad, de nuestros dolores físicos y morales. Es también la pasión del cofrade, de su incomprensión hacia los demás, de sus dificultades, de su sacrificio callado y silencioso, de su entrega y de su amor.
Las cofradías no nacieron sólo para afirmar el culto a las sagradas imágenes frente al protestantismo, sino para algo más profundo; nacieron en un deseo de vivir la Pasión como algo propio, de unirse en Cristo naciente. Por eso, las cofradías no pueden hacer de sus estaciones de penitencia un simple recuerdo de algo que pasó hace siglos, sino que deben procurar que todos los hermanos, que los cofrades y que el pueblo revivan la Pasión de Jesús y su muerte, compadeciendo y conviviendo con Él, sintiendo sus padecimientos, para después, sentir también gozosa y gloriosamente el poder de su Resurrección.
¿Es que puede negarse que el Cristo de la Humildad que viene de Cristo Rey y a Cristo Rey vuelve, es el que clama a sus verdugos que muere de sed? Dicen los médicos que cada célula deshidratada por la pérdida de sangre tiene sed. Los azotes que recibió Jesús en el pretorio, los clavos que traspasaron sus manos, las espinas al ponerle la corona, la axfisia al ser clavado en la cruz, la tensión de los músculos y tendones... Todo eso hizo posible que Jesús, de sus Siete Palabras, nos dijera la más corta: Tengo sed (Juan, 19,28)
Es la única palabra dolorosa de Cristo: Tengo sed. El Evangelio de San Juan nos presenta a Jesús al comienzo de su vida pública, reclinado en el pozo de Jacob, cansado y sediento y le pide a la Samaritana: Mujer, dame de beber. Ahora, al final de su largo camino de su vida, cansado y sediento, reclinado en la cruz, Cristo vuelve a pedir agua a todos los hombres: Tengo sed.

jueves, 21 de febrero de 2013

Siete lirios al Cristo de la Expiración (IV)

21 febrero 2013
por Luesco

Al meditar y revivir los próximos días de Semana Santa la Pasión tenemos que descubrir, junto a los dolores del Cristo histórico, que representan nuestras maravillosas imágenes de nuestras cofradías, los dolores del Cristo místico, de los Cristas vivos que son los hombres que están detrás de ellas. No podemos evocar y admirar al Cristo histórico sin acordarnos y volcarnos al Cristo místico. Cada vez que veamos la imagen de Cristo en la cruz, cómo sufre, debemos de acordarnos de los hombres que sufren, y cada vez que veamos a los hombres que sufren, tenemos que recordar a Cristo. Por eso, las imágenes de nuestras cofradías no se encuentran en un museo para ser admiradas como plenas obras de arte del pasado, sino que están en las iglesias y salen a las calles para recibir las plegarias, las oraciones y el amor de esos hombres que siguen sufriendo la Pasión de Cristo. Cristo sigue padeciendo en sus miembros, que son los hombres, los hombres que pasan necesidades materiales, y por qué no, los que atraviesan necesidades espirituales.
Cristo sigue padeciendo en la Iglesia, en los que están lejos y no pertenecen a ella, en los que pertenecen oficialmente por haber sido bautizados y están alejados. No se advierte con mediana claridad esta cuarta palabra: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc., 15, 34; M., 27, 46). Son palabras que están permanentemente repitiendo el Cristo de las Misericordias, el Cristo de las Clarisas, el Cristo de los “Estudiantes”. Y no esconde ni recata su angustia, la proclama en voz alta. Él, que se siente abandonado por su Padre. Jamás se podrá entender. Debió ser pavorosa esa desolada vivencia. A nosotros los cofrades nos deben consolar al oírlo hablar así, como lo hace cualquier hombre desgarrado de la vida. Con esta Cuarta Palabra, el Cristo de las Misericordias se acerca fraternalmente a toda la humanidad. Gracias Señor. Esta noche, al contemplar en su altar de cultos al Cristo de la Expiración, le vamos a preguntar: ¿Por qué Señor? ¿Por qué Señor? ¿Por qué?

miércoles, 20 de febrero de 2013

Siete lirios al Cristo de la Expiración (III)


20 febrero 2013
por Luesco

En la actualidad, ya en el siglo XXI, las cofradías siguen haciendo suya la contestación divina y ofrecen en las calles y en las plazas sus imágenes contestatarias. No es acaso contestación el paso por las calles con establecimientos comerciales, de anuncios y ver pasar a un Cristo expirando, muriendo en la cruz… No es acaso contestación la que ofrece en plena Plaza de Santa María la salida de la Hermandad de la Buena Muerte o el silencio sepulcral cuando sale la de “El Silencio”. Decimos que la Pasión es la contestación de Dios a los hombres. Esta contestación, esta interpelación, que nos hace Cristo en su Pasión tiene unas notas, unas características y, sobre todo, una motivación muy distinta de los hombres de nuestro tiempo. No es la interpretación del griterío, de la algarabía al ver salir y subir los cantones a Nuestro Padre Jesús de los Descalzo. La contestación de Cristo es la contestación de la mansedumbre, de la paciencia y del silencio. Es una contestación de humillación por obediencia, por la muerte de Cristo en la cruz. Es la contestación de la locura, del escándalo en la cruz. Es la contestación de los contrastes de las tradiciones, que no se pueden explicar. Es la contestación del amor por el amor.
Acaso el Cristo de la Clemencia, antes de morir, dirigiéndose a su Madre del Mayor Dolor, y al discípulo amado, que va junto a ella, aquella amorosa afirmación: Mujer, he ahí a tu hijo. Estaba en el Calvario, pero no solo está presente, sino que tomaba parte de la acción y lo confirmó un testigo: Juan, es el único evangelista que presencia esta escena. Por eso no se concibe la Pasión sin ella. No hay cofradía sin Virgen, quizá pronto la veremos en el Silencio. 
Ella es la corredentora, la cooperadora en la obra de la Salvación. El cofrade lo siente y lo vive. La maternidad natural que ejerce la Virgen sobre los hombres se inicia en la encarnación, se consuma y culmina en el Monte Calvario, donde Cristo, en su legado, la proclama con su Tercera Palabra.

martes, 19 de febrero de 2013

Siete lirios al Cristo de la Expiración (II)

Texto de Luis Escalona Cobo (LUESCO)
19 febrero 2013 

Las cofradías en su origen siguiendo el espíritu de la contra reforma, se lanzaron a la calle para dar culto público a la Pasión de Cristo. Resurge para conmemorar los misterios de la Pasión y muerte del Señor. La Semana Santa ha sido, y es, el producto de la fe de un pueblo. Las cofradías nacieron por un impulso de fe, como una manifestación de fe y han constituido una fuente de fe. Esa es la grandeza de su gloria.
Este es el gran mensaje de las cofradías. El mensaje de ayer, de hoy y el de siempre. El mensaje de la Pasión de Cristo, el mensaje de su fe, en el está la antorcha que debemos seguir manteniéndola y transmitirla a los que nos sucedan. La luz, el cirio de la fe, robustecer nuestra fe cofrade. Aumentemos nuestra fe, todas las demás cosas se nos dará por añadidura. Las obras sociales y apostólicas que hagamos serán los frutos y consecuencia de nuestra fe. La Pasión la hemos producido nosotros por causa de nuestros pecados. Todos, como dice el profeta: Hemos puesto nuestra mano sobre Él.
Pero la Pasión es precisamente, la repuesta del amor de Dios. Dios ha amado tanto al mundo que nos ha dado a su Hijo Unigénito; pero no solo el amor de Padre a nosotros sino el mismo amor del Hijo que, se ofreció voluntariamente al Padre.
El Cristo del Calvario le dijo al ladrón Dimas en el patíbulo, tan pronto como dio testimonio de fe en su conversión: Hoy está conmigo en el paraíso (Lc. 23, 43). Tres palabras son exclusivas de San Lucas, las más humanas, los pecadores, las palabras de hoy, los ladrones y tu refugio en el Padre. Quizá el mal ladrón, Gesta, pensaría, este que multiplicó los panes y los peces; caminaste, sobre las agua en el lago Tiberiades, asombró a los novios y los invitados con litros de agua que sabía a vino añejo, hizo andar a los paralíticos, deslumbraste a los ciegos, curarte a los leprosos, y lo que es más contundente, resucitaste, por lo menos, a tres muertos… Si eres Dios puede hacer lo que quieras. ¿Y no, nos puedes bajar de la cruz y salvarnos…? Sin embargo, Dimas solo pensaría una cosa: Estar con el Señor en el paraíso. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Siete Lirios al Stmo. Cristo de la Expiración (I)

Texto de Luis Escalona Cobo (LUESCO)
18 febrero 2013 

La Semana Santa es tiempo fuerte, el tiempo fuerte de la Pasión de Cristo, pero no debe limitarse a los cuarenta días que anteceden a ella, la Cuaresma, que ahora comenzamos, tenemos que recordarla de forma permanente cuando decimos el Credo, en el crucifijo que tenemos en nuestro lecho familiar, en nuestro estudio. Recordarla en la imagen de la Virgen de nuestras advocaciones. Recordarla en el rezo del santo rosario en sus misterios dolorosos, en el Via-Crucis que hacemos durante toda la Cuaresma por distintas cofradías empezando como cada año se hace con el del Miércoles de Ceniza. Y sobre todo remoderarla y vivirla en la conmemoración de la Eucaristía, en la Santa Misa donde se repite la ofrenda que hizo Cristo en la Cruz.  
Cristo no dijo las Siete Palabras en la Montaña, ni a la orilla del lago Tiberiades, sino en el Calvario y la tarde del Jueves Santo en ese Gólgota de Jaén, que ese día, son las calles de Jaén, durante ese caminar que tiene el Cristo de la Expiración en que para que no se le moleste más sus pies traspasados por el clavo, sus costaleros le prestan su propios pies.  
A través de estos siete días del Septenario al Santísimo Cristo de la Expiración que comienza el día 18 al 24 de febrero a la ocho de la noche y el último día, domingo a las doce treinta. Ocupando la cátedra sagrada el Rvdo. Sr. D. Ramón López Pozas, párroco emérito adscrito a San Bartolomé. El Cristo de la Expiración va a formular sus últimas Siete Palabras. Piénsalo bien, pues lo dice desde la Cruz: Mídelas bien, ya que son frente a la muerte. Pésalas bien, puesto que son el testamento, fueron breves. Siete frases nada más. Las vamos a resumir en un solo racimo, para saborearlas luego, una por una.  
Vamos a considerar este año distintos Cristos de nuestras cofradías pasionistas. Pensemos en el Cristo de la Vera-Cruz con borbotones de sangre a su cuerpo y sus manos clavadas, desnudo a la vista de los hombres a los que había que redimir.  

lunes, 11 de febrero de 2013

Dimisión Papal

Extracto de la publicación en la página web de la Santa Sede:
"Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice."
El artículo entero en la página oficial de la Santa Sede:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2013/february/documents/hf_ben-xvi_spe_20130211_declaratio_sp.html