De un costalero

He recibido este escrito de un costalero que os quiero hacer llegar a todos:

"Los recuerdos son como las plantas y los árboles: hay que regarlos para que no se sequen y olviden.
Es Viernes de Dolores,siento un cosquilleo en el estómago (ya es Semana Santa). Se acentúa el Miércoles Santo,cuando pasa la Buena Muerte y varios costaleros nos decimos "la calle es nuestra". Llega a su punto álgido el Jueves Santo y termina de madrugá,cuando estamos en San Bartolomé.
Son muchos momentos vividos intensa e indescriptiblemente narrables. Todo ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, como un simple chasquido de dedos. Mi más sincera enhorabuena a la banda de cornetas y tambores que, desde las siete y veinte de la tarde y hasta las dos menos cuarto de la mañana, no ha parado de interpretar marcha tras marcha; un gran esfuerzo tocando todos los días.
Los costaleros que están en el cielo, y los que no han podido salir, nos han echado una mano con su alma y espíritu. Después de trece años han vuelto a prestar sus hombros varias personas (pero me ha faltado alguien muy especial). A vosotros hermanos costaleros, por vuestro amor, esfuerzo, sacrificio, respeto y, sobre todo por vuestro silencio debajo del paso, es nuestra forma peculiar de rezar y de hacer oración, muchas gracias. Sólo os pido un poco más de compromiso.
Por último dar las gracias a nuestros fabricanos que son nuestros ojos, nuestra Cruz guía, que nos indican el camino a seguir. Ellos han sido costaleros antes y saben lo que se siente.
Somos herederos directos de un legado ancestral que debemos transmitir a las generaciones venideras que, casi sin darnos cuenta, ya ha empezado: amor, culto y devoción a San Juán Evangelista, a María Santísima de las Siete Palabras y, sobre todo, a nuestro venerado Santísimo Cristo de la Expiración.
Poco a poco volvemos a nuestra rutina diaria. Tendremos momentos de sonrisas y de lágrimas, de alegrías y de penas, de luces y de sombras, pero cuando menos acordemos, un simple chasquido de dedos traerá de nuevo, con una ligera brisa y perfume de azahar, otro Viernes de Dolores y volveré a sentir ese cosquilleo..."